domingo, 18 de agosto de 2013

Códigos morales: Huehuetlatolli


4:HUEHUETLATOLLI
Como se sabe, los huhuetlatolli ("la antigua palabra") son discursos que los viejos decían a los jóvenes, los maestros a los estudiantes y los padres a los hijos, con la finalidad de aconsejar, de educar, éstos se transmitían de generación en generación dentro de la cultura azteca.
 Los huehuetlatolli contienen las normas de conducta, la visión moral y las creencias de ese pueblo, así, su importancia radica tanto por su valor literario como por su valor histórico.
a) EXHORTACIÓN E INSTRUCCIÓN A LAS HIJAS
Habla el tlatuani: 
Estás aquí, collar mío, plumaje fino mío, criatura mía, hija mía: prueba de la fuerza viril, de mi sangre y de mi linaje. Óyeme pues ahora y acoge lo que te diga:
 Has nacido, has llegado a la vida, que te envía acá nuestro señor el creador de los hombres. Y ya vas viendo cómo son las cosas y qué sentido tienen:
 No hay placer, no hay alegría; se sufre y se tienen penas; hay cansancio, hay agotamiento y de ahí el dolor brota.
Lugar penoso es la tierra, sitio que al hombre hace llorar; que le amarga las entrañas y hace amargo todo cuanto saborea: agua helada, viento helado por todas partes se derraman. Y sobre nosotros cae muy de veras calor, viento. Y hay hambre y hay sed.
 Es en suma eso así. Óyeme pues, hija mía:
 La tierra no es sitio de dicha: no hay en ella alegría, no hay felicidad. Suelen decir que es lugar de alegría con pena y de dicha con dolor.
 Pues siendo esto así, hija mía, favor de oírme:
Aquí está tu madre y señora: de sus entrañas y de su seno te desgarraste y desprendiste; cual si fueras una hierbecita, como si fueras una plantita, de ella has brotado y has florecido: es como si estando dormida, hubieras despertado.
 Ve, pues: oye, entiende: esa es la vida humana. No vivas vida vana, no vivas sin cordura, no andes por lugares inciertos.
 Ten entendido que procedes de gente de valía; de gente de prosapia eres brote: fruto y resultado de nuestros viejos señores. Esos reyes y amos que se fueron y allá en la lejana región de la muerte están en hilera; los que vinieron a tener el solio y el trono; los que vinieron a dar nombre y fama a la nobleza. 
No te envilezcas, no te abajes al nivel de la plebe: debes vivir en trato y compañía de las personas, aunque seas una pobrecita mujer. Aquí están tus deberes:

Todo día y toda noche da culto a los dioses. Suspira muchas veces al que es Noche y Viento. Ruégale, clama a él, tiende hacia él tus manos. Especialmente cuando te levantas, cuando te acuestas: y no hagas del sueño tus delicias. 
Y durante la noche mantente en vela. Levántate presto, extiende tus manos, desperézate: lava tu cara, lava tus manos, lava tu boca. Toma presto la escoba y ponte a barrer.
No des gusto a la cama; no te sientas a gusto en tu calor, sino que debes tomar primeramente el incensario: no lo omitas. Con él se obtienen dones, se logra la piedad de nuestro Señor. 
Ve con atención cómo quedan, cómo se preparan, cómo se hacen las comidas y las bebidas, lo que ha de comerse. Tales son aquellas comidas que se llaman comidas de los reyes, que son cosas de ellos solos y atributo propio de ellos. Es la razón de nombrarse comidas reales, bebidas reales, comidas de príncipes, y son bebidas hechas con mucho esmero, comidas hechas con mucha diligencia.
Ve todo con atención para que veas cómo todo resulte perfecto. Si haces tal cosa, vivirás segura y tendrás gran estimación. 
Pon atento ojo, abre bien tus ojos, no pienses a lo loco, no te des la vanidad y deja de ser negligente. 
Dirás tú: ¿Para qué nacería yo, para qué me han dado el ser?
Obra maestra fue, nosotros te pusimos en penas, pero este es el medio por el cual perdura el mundo. Y estamos aquí, en tanto que no llegue la mano del Señor con su piedra, y aún no hemos muerto, ni hemos desaparecido. 
Ahora bien, cuando hayamos muerto, cuando hayamos desaparecido, y nos haya ocultado el Señor, tendrás que vivir al amparo de otras personas. No será ni es tu suerte y destino vender legumbres en el mercado, ni leños, ni sartas de chiles, trozos de sal o polvo de salitre por esas puertas y esquinas, porque eres de noble linaje. 
Sé sumamente discreta, no eches mancha a la grandeza y memoria de nuestros mayores, ni sean por tu causa motivo de burla. No arrojes polvo y basura sobre su memoria y su historia.
Por nada de este mundo les des afrentas: no te entregues a una vida de disolución, a vida de cosas asquerosas y sucias, ni te sientas feliz con la basura. Y si no retornas de tu mala vida, ¿acaso te harás como una diosa? ¡Más valdría que murieras! 
Mucha calma, mucha tranquilidad: si alguno se fija en ti y así le plazca a nuestro Señor y alguno habla tocante a ti, no le desdeñes, no le des con el pie, porque ésa es la disposición de nuestro Señor. Acógelo, no te hagas a un lado, no pases dos y tres veces, haciendo la retraída. 
En este punto, no te portes como la que en el mercado anda de cambalachera, tratando con una y con otra, o como la que en tiempo de verde anda escogiendo entre cosa y cosa. No andes con ansia loca en pos de nadie. No vaya a suceder que el escogido por nuestro Señor, al cual tú rechazaste y le diste el puntapié se burle de ti y haga mofa de ti y vengas a parar en mujer de la calle.


Tampoco sean dos o tres los que te traten. Ni que conozcan tu cara, ni tu cabeza en son de burla esos que han visto. Uno solo unido a ti y hasta el fin.
Y eso sí, no lo abandones; apriétate y cuélgate a él. No importa que sea un pobre caballero Águila, un pobre Tigre, y aunque sea pobre de los últimos, y un pobretón que apenas tiene para vivir: no lo desdeñes, ni lo hagas menos.
Ahora puede ser que tú lo arrojes por allí, como basura: tú lo sabes: yo cumplo con mi obligación.
Hija mía, criatura mía, que nuestro Señor te haga feliz y te prospere.

b) EDUCACIÓN SEXUAL AL HIJO
Óyeme, por favor, hijo mío, varoncito mío estas mis palabras; guárdalas en lo más intimo de tu corazón, escríbelas allí. Palabras son y sentencias que nos dejaron nuestros mayores, los viejos y viejas que antes de nosotros vivieron y vieron, admiraron y consideraron las cosas de esta vida humana. Es lo que nos trasmiten los Discursos de los Ancianos, tradición y tesoro y reserva de su saber.  
Fueron dejando dicho los viejos y viejas:
Los niños y jovencitos son muy amigos y muy amados del Dueño del mundo, al par que las jovencitas. Viven a su lado, él los ve como amigos, a su lado gozan.
Y se dice muy bien los de “buen corazón”, porque nada hay que a ellos se asemeje: puros, perfectos, completos, cual un jade y cual una turquesa. Y dice el dicho: "Por ellos la tierra dura y ellos aplacan a los dioses". 
Al que se conserva en integridad o muere en la guerra, viene a hablarle, viene a llamarlo el Sol. Muy cerca, muy al lado del Sol va a vivir; lo va siguiendo como a su capitán, le va dando vítores, lo agasaja y en todo tiempo está feliz y alegre.  Y de veras vive en la Casa del Sol, lugar de dicha y de felicidad. 
Y ahora, hijo, oye en qué forma tienes que vivir:
No desees polvo y basura no te complazcas en lo que mancha, lo que ensucia y perjudica, lo que acarrea mortífera influencia. 
Cierto es y debes saberlo. Para que el mundo prosiga es necesaria la unión de la mujer y el varón. Es lo que dejó estatuido el Dueño del universo. Y tú vas a descubrirlo. Pero no por eso te arrojes, como perro al alimento que con toda prisa traga. No te dejes arrastrar de la carnal deleitación.
 Tienes que cobrar mayores bríos masculinos. Tienes que robustecer tu fuerza varonil, y tienes que llegar al desarrollo pleno y total.
 Ahora supón que te abalanzas a la vida de la carne, sin ton ni son, y desaforadamente, y te pones a ensayar toda clase de tretas en esa materia, ¿qué pasará?
 Decían los viejos:
Se le corta el crecimiento; será un enclenque, una lengua blanca, de boca hinchada, de boca abotagada; todo el día moqueando, descolorido, pálido, y con larga fluxión nasal que llega a la tierra. Y luego, encorvado, paso a pasito por la calle, un tembeleque, un tullido, un jorobadillo infeliz, y si alcanzas por fortuna a vivir un poco en este mundo, serás un vejezuelo infeliz, sin ninguna importancia.
  
Oye algo más:

Aunque en buen tiempo hayas llegado a la plenitud de tu potencia varonil, no por eso te apresures a acabar con ella. Verdad es que debes tratar y hacer uso del cuerpo de tu mujer, como que es cosa tuya y parte de ti mismo, pero no te des zampadas como si fueras un muerto de hambre, no te hartes de prisa. Es decir, no te des con afán excesivo, ni te agotes en esa porquería. Mesura, medidas calma, eso se requiere para hacerlo. Y si tal haces, qué gustoso quedarás y cómo lo saborearás. De otro modo tú mismo te matas o te causas perjuicios. 
Entonces, en final, hijo mío, vive en cordura y discreción y calma y quietud: nada de sucio y feo haya en tu vida.

2 comentarios:

  1. es una vil copia pirateada del libro del COBACH de Etica 1 no sean ogts

    ResponderEliminar
  2. esa es pura mamada yo digo lo mismo pero en si esta bien me sirvió para plageary que el maestro no se diera cuenta@soygayyputo

    ResponderEliminar