miércoles, 26 de marzo de 2014

Odio y violencia:estudio de caso C


RETORNO AL MANICOMIO MÁS GRANDE DEL MUNDO
EL PERIODISTA recorre los pasillos del instituto Columbine, donde se perpetró la matanza. Siente la tristeza que aún recorre las calles del barrio estadounidense que vio crecer a los asesinos, Eric Harris y Dylan Klebold, y morir a 13 inocentes
Por Pablo Pardo

Hace 10 años, Eric Harris llegó al final de una investigación que le había llevado semanas. Un estudio meticuloso, sistemático y discreto, en torno a una idea simple, pero difícil de responder en la práctica: ¿Cómo matar al mayor número posible de sus compañeros antes de suicidarse? Evidentemente, encontrar la respuesta no había sido fácil. Pero ahora ya tenía la conclusión: hacer estallar, a las 11.17 de la mañana, dos bombas en la cafetería del instituto Columbine, en el barrio de Littleton, una de las zonas más exclusivas de Denver, capital del Estado de Colorado.
Justo en ese instante, sus compañeros estaban comiendo. Era el momento del día en el que habría más estudiantes concentrados en un solo espacio. Dos explosivos bien colocados hechas con bombonas de propano podían fácilmente dinamitar el comedor y la biblioteca, que estaba en el piso de arriba. ¿Cuántos estudiantes morirían? El FBI estima que 600. Es una cifra que sin duda habría hecho feliz al joven. Claro que el plan de Harris, que trabajaba en equipo con su amigo Dylan Klebold, no acababa allí. Ambos planeaban disparar luego desde sus coches, en el aparcamiento de la escuela, a las víctimas que huyeran de la matanza.
Harris y Klebold fracasaron. El 20 de abril, la fecha elegida para la masacre, las bombas no estallaron porque sus temporizadores nunca funcionaron. Eso salvó la vida de cientos de niños. Pero no disuadió a los dos suicidas. Cuando ellas, que habían sido dejadas en el comedor unos minutos antes metidas en sendas bolsas de deporte, no explotaron, Harris y Klebold salieron de sus coches y se dirigieron, armados hasta los dientes, a la escuela.
A las 11.19 se encontraron con Rachel Scott y Richard Castaldo, ambos de 17 años, que estaban sentados, comiendo, en el césped frente a la entrada del instituto. Empezaron a dispararles y, en un momento dado, cuando Rachel estaba herida, Eric le dijo: «¿Todavía crees en Dios?». Ella le contestó: «Sí», y Eric le dijo: «Entonces vas a ir con él», y le disparó en la cabeza.Eso lo sabemos porque Richard, que recibió ocho tiros pero sobrevivió, lo contó a su madre cuando recobró el conocimiento en el hospital.
«Todavía tenemos un mensaje de la madre de Richard grabado en el buzón de voz del teléfono diciéndonoslo». Así se explicaba el jueves pasado Dana Scott, una de las hermanas mayores de Rachel, en un despacho de Rachel's Challenge (El desafío de Raquel), una ONG destinada a prevenir la violencia entre los jóvenes de Estados Unidos. La organización nació como una especie de empresa familiar, en las que también están involucrados el padre de Rachel y su hermano, Craig, que sobrevivió haciéndose el muerto bajo una mesa de la biblioteca de Columbine, entre los cadáveres de dos de sus compañeros.

Crónica regresa, la víspera del décimo aniversario de la matanza, al barrio de Denver y descubre que Columbine aún les tiene enloquecidos.Un inmenso manicomio al aire libre. En Littleton muchos, te cuentan, han encontrado a Dios tras la tragedia. En el ambiente se mezclan las voces de los deudos y los supervivientes. La de Dana nos lleva hasta su difunta hermana, Rachel Scott, la primera víctima, cuyo funeral tuvo más audiencia que el de Lady Di.
COMPLEJO DE CULPA
Hoy, Richard no recuerda el diálogo entre Rachel y Eric. «No me sorprende», le justifica Dana. «Incluso yo no recuerdo cosas que pasaron en aquellos días», sobre todo entre el mediodía del 20, cuando su jefe le dijo «¿Has visto lo que ha pasado en la escuela?» y la mañana siguiente, en el momento en el que las autoridades informaron a los Scott de que Rachel estaba muerta.Muchos de los supervivientes tienen «complejo de culpa», un fenómeno que sucede también a los soldados que han sufrido la muerte de compañeros. El propio Richard admite que tiene grandes dificultades para hablar, incluso a sus familiares, de lo que pasó aquel 20 de abril.
La diferente experiencia de Rachel y Craig -por una parte- y de Richard -por otra- refleja las contradictorias secuelas de la matanza de Columbine. Por un lado está el ejemplo de Rachel, que el jueves llevaba incluso un jersey con el logo del instituto y recomendaba al periodista visitar la tumba de su hermana. O el de Tom Mauser que, tras perder a su hijo de 15 años, Daniel, cuando Eric le descerrajó un tiro en la cara, se convirtió en un activista contra la libre tenencia de armas de fuego. Por otro, el de las familias que no sólo no se han involucrado en campañas, sino que ni siquiera han realizado una sola declaración pública.
«Algunos se han volcado en el activismo; otros, en la privacidad», ha explicado a Crónica Jeff Kaas, autor del libro que, según los medios de comunicación de EEUU, es el estudio más serio sobre la matanza, Columbine. A True crime story (Columbine. Una historia sobre un crimen verdadero). El máximo ejemplo del segundo grupo son los padres de Eric Harris, que siguen viviendo en Littleton, pero nunca han hablado en público. Los Klebold, por su parte, viven en la misma casa y tienen los mismos empleos que en 1999.Sólo salieron de su autoimpuesto ostracismo en 2004 para mantener un breve intercambio de correos electrónicos con el columnista de The New York Times David Brooks. En el artículo, Brooks explicaba que la madre, Susan, «piensa en marcharse todos los días», pero que su marido, Tom, se oponía con el argumento de que «no puedes escapar de una cosa como esta».
Efectivamente, Columbine ha cambiado a todos a los que tocó.Incluso a quienes apenas tuvieron que ver con ella o benefició indirectamente. Mark Obmascik ganó en 2000 el Premio Pulitzer -el Nobel del periodismo en EEUU- por su cobertura de la matanza para el diario Denver Post. Poco después dejó el periodismo activo para escribir libros sobre naturaleza. «Columbine fue una experiencia reveladora para mí», declaraba Obmascik a Crónica el miércoles.«Fue un momento en el que comprendí que hasta los niños pueden hacer lo peor. Y también los medios de comunicación dejamos el listón bastante bajo, porque convertimos aquello en un reality show».
La tragedia -12 estudiantes y un profesor muertos, más Klebold y Harris, y 23 heridos- desencadenó otras. Anne Hotchhalter, de 17 años, recibió cinco balazos. Uno de ellos le partió la médula espinal y la dejó en una silla de ruedas para el resto de su vida. Seis meses después, su madre, Carla, compró un revólver y se suicidó de un tiro en la cabeza. Su padre, Eric, se fue a vivir a una cabaña aislada del resto de la Humanidad en las Montañas Rocosas.

Pero el instinto social del ser humano fue más fuerte que el dolor. En 2002, Eric se casó precisamente con la terapeuta que le había ayudado psicológicamente en sus peores momentos. Al final, él también ha utilizado su tragedia para ayudar a los demás, y hoy trabaja como asesor de familias con hijos problemáticos.La propia Susan Klebold ayuda en las escuelas de la zona. «Sé que mi hijo podría haber matado a los chicos con los que trabajo», declaró en 2004 a Brooks.
Columbine ha cambiado a todos. Pero no ha hecho con Littleton, un sofisticado barrio de chalés situado junto a una fábrica de Lockheed Martin, que hasta mediados de los 80 fabricó misiles que apuntaban a la Unión Soviética (con sus respectivas cabezas nucleares). Desde entonces hace cohetes para la NASA.
Los institutos continúan teniendo problemas de violencia. Los adolescentes son crueles entre sí. En Estados Unidos, la palabra loser (perdedor) es un insulto -no ser alguien «popular», que liga con el sexo opuesto y despierta la admiración del propio- y un pasaporte hacia la marginación, el odio al grupo y, finalmente, a la violencia. «Cuando, como les pasaba a Klebold y a Harris, eres un marginado, sin amigos, o con amigos que también son excluidos, y vives en un suburbio o en un pueblo, no tienes a dónde ir, no tienes donde esconderte. Y eso genera violencia», explica Kaas.
Colorado es violento. Ya en 1883, en el Salón de Leadville -una ciudad a 175 kilómetros de Littleton que en aquella época era, gracias a sus minas de plata, la localidad más rica del mundo- el escritor británico Oscar Wilde vio que «sobre el piano estaba escrito en letras impresas el anuncio: "Por favor, no disparen al pianista. Lo hace lo mejor que puede"».
El Estado era así en el siglo XIX y sigue siéndolo en el XXI.Después de Columbine- una palabra que designa a lo que en España llamamos «aguileña», una flor de montaña que abunda en Asturias-, pocos han cuestionado el uso generalizado de las armas de fuego.David, el dueño de la armería Shooting Shop South (La tienda de los tiros del sur), situada en el centro de Littleton, explicaba el jueves que las ventas de armas se han disparado porque «la gente tiene miedo porque hay un socialista en la Casa Blanca».
VACIOS LEGALES
Para David, la tragedia de Columbine «sólo refleja que los padres y los educadores no prestan atención a los chicos, no se fijan en las señales que ellos dan». Dana Scott también opina que la matanza tuvo más que ver «con la violencia en los medios de comunicación, en el cine y en los videojuegos», que con la proliferación de las armas de fuego. Igual que Obmascik, para quien «las armas son parte de la experiencia de ser estadounidense». Una experiencia que parece incluir una serie de vacíos legales que permitieron que unos niños de 17 y 18 años como Klebold y Harris se hicieran con un fusil de asalto Kalashnikov como los que usan los talibanes para matar soldados estadounidenses.
Tampoco ha cambiado mucho la escuela en la que, literalmente, Harris y Klebold se cansaron de asesinar gente (poco antes de suicidarse, cuando llevaban más de media hora de matanza, uno de ellos se quejó de que se aburría y que deberían haber «apuñalado con cuchillos» a sus víctimas). Los pasillos de techo bajo con miles de taquillas a los lados por los que los dos adolescentes perpetraron su orgía de balazos siguen allí. Igual que la gran aguileña bordada en el felpudo de la entrada, sobre la que un chico y una chica están tumbados, charlando. Hace 10 años, estos mismos suelos estaban repletos de jóvenes muertos, agonizantes y heridos. Sólo a la salida de la escuela, junto al parking en el que Klebold y Harris aparcaron sus coches a la espera de una matanza todavía mayor, un cartel anuncia: «Día 20 de abril. Un día para recordar. Un día para la esperanza».

Odio y violencia: estudio de caso B


Eric David Harris


Hijo de 18 años de Wayne Nelson Harris y Katherine “Kathy” Ann Harris (apellido de soltera: Pool).
Hermano pequeño de Kevin Harris (21 años en ese momento).

Eric nació en Wichita, Kansas. Ambos padres habían nacido en Colorado, pero mientras trabajaba como piloto de transportes en las Fuerzas Aéreas, Wayne Harris estuvo en 11 puestos diferentes en distintas bases en Ohio, Michigan y Nueva York. Plattsburgh, Nueva York, fue el último lugar al que los Harris se mudaron antes del retiro forzado de Wayne de los militares debido a reducciones del personal. 

Para todos, Eric era un “chaval normal” cuando vivía en Plattsburgh. “Me quedé con la boca abierta” dijo su ex-compañero de clase Kyle Ross. "Era el típico chico. No se parecía en nada a como fue descrito en TV.” El padre de Eric dijo a sus antiguos compañeros de clase en la reunión del vigésimo aniversario del instituto Englewood que su objetivo en la vida era criar dos buenos hijos. 

La familia Harris se mudó desde Nueva York a Littleton, Colorado en julio de 1993. Wayne consiguió trabajo en la Corporación de Servicios de Seguridad Aérea en Englewood y Kathy consiguió trabajo como proveedora. Eric asistió a la escuela primaria Ken Caryl, donde conoció a Dylan Klebold en séptimo u octavo curso. Se hicieron muy amigos y pasaron mucho tiempo juntos. 

Los Harris alquilaron una casa durante los tres primeros años después de su llegada a Colorado. En 1996 compraron una casa por 180,000 $ al sur del instituto Columbine. Cuando Eric comenzó a asistir a Columbine conoció a Brooks Brown en el autobús escolar – sus casas no estaban muy alejadas – aunque Dylan ya era amigo de Brooks desde primer curso. Eric conoció a Nate Dykeman en clase de español y luego se lo presentó a Dylan. Los chicos continuaron siendo amigos durante años. 

Durante su primer año, Eric conoció a Tiffany Typher en clase de alemán y la llevó a la fiesta de bienvenida (homecoming). Fue su única cita y, cuando ella rechazo salir con él otra vez, Eric llevó a cabo un falso “suicidio”, tirándose en el suelo con salpicaduras de sangre falsa alrededor suyo. Más tarde escribió en su anuario (y en el de Nate Dykeman): “Ich bin Gott (Soy Dios)”. En 1997, su segundo año en Columbine, Dylan y Eric fueron arrestados por entrar a robar en una furgoneta pero fueron puestos en libertad en seguida a causa de lo bien que realizaron el programa juvenil de prevención de la delincuencia al que tenían que asistir. 


Ese mismo año Eric y Dylan entraron a trabajar en Blackjack Pizza, lugar donde más tarde comprarían una de las armas que usaron durante el tiroteo a Mark Manes, un hombre que les presentó su compañero de trabajo y graduado en Columbine Philip Duran. Robyn Anderson, una amiga cercana de Dylan, compró dos escopetas y un rifle que luego dio a los dos adolescentes que se convertirían más tarde en los agresores del instituto Columbine. Con la armas compradas, Eric y Dylan hicieron un vídeo en Rampart Range con Mark Manes y una amiga suya. Practicaron disparando con sus escopetas recortadas, usando bolos y pinos como blancos. 

Juntos, Eric y Dylan hicieron muchas gamberradas en Blackjack Pizza: encendieron fuegos artificiales en el callejón trasero, pusieron una trampa explosiva en la cerca – incluso le prendieron fuego al fregadero en una ocasión. Chris Morris, uno de los mejores amigos de Eric, también trabajaba en Blackjack Pizza y fue detenido el 20 de abril a causa de algunas sospechas de que quizá había estado involucrado en el tiroteo. Más tarde fue absuelto y puesto en libertad. 

Una de las aspiraciones de Eric era unirse a la Marina e incluso llegó a solicitarlo, pero su solicitud fue rechazada poco antes del tiroteo, probablemente porque estaba tomando Luvox (fluvoxamina) en este momento, un antidepresivo inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina que estaba tomando en relación a la terapia de control de la ira que estaba llevando desde mediados de 1998. Se ha especulado que los efectos secundarios del Luvox contribuyeron a lo que sucedió – y de hecho ahora se ha informado de que la mayoría de los antidepresivos usados en adolescentes pueden incrementar la violencia y/o los pensamientos suicidas. Sin embargo, los amigos de Eric informaron que creían que había dejado de tomar Luvox poco antes del tiroteo. Si es así, esto podría haber desencadenado una reacción incluso más violenta ya que dejar de tomar cualquier antidepresivo repentinamente puede aumentar los efectos negativos. 

La autopsia establece que tenía bajos niveles terapéuticos de Luvox en su sistema en el momento de la muerte. El Luvox tarda en desaparecer del cuerpo en un período de aproximadamente 14 días si se trata de una receta de 60 mg por día. Las típicas terapias de Luvox comienzan con 50 mg diarios y van aumentando hasta dosis de 300 mg/día si es necesario. Es sumamente reactivo a otras sustancias (alcohol, marihuana, otros medicamentos). Sin saber desde cuando Eric había estado tomando el medicamento antes del 20 de abril de 1999 y sin saber cuanto se le recetó, es difícil decir si este bajo nivel de Luvox es debido a que estaba tomando una cantidad baja de medicamento o porque estaba en proceso de dejar de tomar una alta cantidad. 

Eric nunca recibió el mensaje de que había sido rechazado ya que el oficial de reclutamiento no pudo ponerse en contacto con Eric antes de que tuviera lugar el tiroteo. Sin embargo, la madre de Eric había mencionado el medicamento cuando Eric estaba reunido con el oficial, así que es posible que él hubiera asumido que sus posibilidades se habían esfumado ya que no había informado que estaba tomando un antidepresivo en la solicitud. 

Eric también fue muy activo en Internet. Dylan y él tenían sus ordenadores establecidos en una red para jugar juntos a Doom online aunque fue Eric quien tuvo una presencia más fuerte en Internet. Las páginas web de Eric (que usaba, entre otros, los nicks REB, Rebel, Rebdoomer, Rebdomine) recibieron en su momento una gran atención por parte de los medios de comunicación. 

La mayor parte de esta atención giró principalmente en torno a dos páginas: la web sobre Doom II que había comenzado alrededor del 96 en WBS y la web de WBS que se dio a conocer ampliamente a través de las noticias (la cual tan sólo contenía la letra de la canción “Son of a gun” de KMFDM). El grupo se desvinculó públicamente de la Mafía de la Gabardina y de los agresores, igual que hicieron Joe Arpaio y algunos otros que estaban enumerados como personas a las que admiraba Eric en su web. Marilyn Manson fue metido en la refriega por los medios de comunicación y también hizo saber que no aprobaba lo que sucedió en Columbine. 

Un invitado perteneciente al ámbito de la cultura gótica declaró lo siguiente en una retransmisión del programa "20/20" en el que se hablaba del tiroteo en Columbine: “Sí, echad la culpa a la música, a las ropas… Siempre es la misma historia. Algo va mal en la generación más joven y los adultos quieren echar la culpa a la forma de vestir, las películas, los juegos, los hobbies, la música… No quieren ver la poca atención que muchos padres prestan a sus hijos, o la poca atención que les prestan los profesores en el colegio.” 

Algunas webs que Eric hizo fueron: Jo Mamma, otra página en WBS con letras de canciones de KMFDM y el más explícito y amenazador website en AOL que contenía las amenazas contra Brooks Brown y contra los habitantes de Littleton. Los padres de Brooks vieron la web (avisados, irónicamente, por Dylan Klebold) y presentaron un informe policial. 

Días después de que los Brown informasen a la policía de las amenazas, Eric comenzó un diario en el que contaba los planes para atacar Columbine el 19 de abril de 1999. La semana anterior del tiroteo fue cuando de repente cambiaron sus planes retrasando el ataque al día 20. Se ha especulado que inicialmente planeaban atacar el día 19 para que coincidiese con el aniversario del atentado de Oklahoma y el asedio de Waco, pero nadie sabe con seguridad por qué decidieron cambiar la fecha finalmente. 

El “contenido gráfico” de las páginas web de Eric del que con tanto miedo se habló en los medios de comunicación en ese momento consistía en imágenes de los personajes de Doom II. Los “dibujos demoníacos” tan espeluznantes de su cuaderno también eran criaturas de Doom. El tipo con cuernos es uno de los jefes finales/dioses de Doom II. Eric guardó muchos gráficos de los juegos Doom y Quake en su página web de AOL, pero lo que de verdad ponía los pelos de punta no eran las webs de Eric sobre videojuegos, sino su página principal en la que despotricaba contra todo el mundo, no sólo contra los atletas o los negros o lo ricos… sino contra todos el mundo. 

Durante los meses previos al tiroteo, Eric y Dylan grabaron bastantes vídeos en los que decían lo que querían hacer a su instituto y a la gente de él, a través de la publicación de cintas de video (incluyendo “Asesinos a sueldo” y las Cintas del Sótano), informes escolares y el bombo publicitario que los medios de comunicación dieron a sus diarios y agendas, donde Eric explicaba con detalle los planos de Columbine y tomaba nota de cuándo el comedor estaba más lleno de gente. En los vídeos que él y Dylan grabaron en la habitación del sótano de Eric (donde mostraban la forma en que sus armas encajaban en sus gabardinas), insultaban a las “zorras presumidas” con las que iban al instituto, Dylan se refiere a dos por su nombre: Rachel y Jen (durante el tiroteo Rachel Scott murió y Jennifer Doyle fue herida de gravedad).

Eric murió en la biblioteca a causa de una herida auto infligida en la cabeza: se puso el cañón de su escopeta recortada en la boca y apretó el gatillo. Su familia se marchó de Littleton poco después del tiroteo por razones obvias. En su interés por rehacer su vida, aunque aprecian que les deseen que se recuperen pronto, no quieren ponerse en contacto con nadie relacionado con Columbine. Sus últimas palabras fueron las de una carta abierta que dirigieron al público:

“Continuamos profundamente entristecidos por el sufrimiento de tantas personas que causaron las acciones de nuestro hijo. Lo queríamos muchísimo, y cada día buscamos en nuestras almas el brillo de una razón de por qué él haría una cosa tan horrible. Lo que hizo fue imperdonable y va más allá de nuestra capacidad de entendimiento. Pero el paso del tiempo ha comenzado a hacer disminuir el dolor. 

Estamos agradecidos a aquellos que nos han mantenido en sus pensamientos y oraciones.

Wayne y Kathy Harris.
15 de abril del 2000.”

Odio y violencia: estudio de caso A


Dylan Benett Klebold


Hijo de 17 años de Thomas Klebold (52 años en ese momento) y Susan Klebold (apellido de soltera: Yassenoff, 50 años ese momento).  Hermano pequeño de Byron Klebold (21 años en ese momento).

Tom era geofísico, Susan trabajaba con gente discapacitada. Ambos eran de Columbus, Ohio y fueron a la Ohio State University. Sue era de una importante comunidad judía allí, nieta del filántropo y magnate de la construcción Leo Yassenoff, quien construyó el centro de la comunidad local de judíos de Columbus que lleva su nombre. Dylan nació en Lakwood, Colorado.

Dylan asistió a la escuela primaria Normandy en Littleton, Colorado, durante primer y segundo curso y luego se cambió a la escuela primaria Governor’s Ranch donde formó parte del programa CHIPS (Estudiantes con un exigente y alto potencial intelectual) para niños dotados y talentosos. Sus padres dijeron a los inspectores que Dylan estaba más protegido de algún modo en Governor’s Ranch y creían que su cambió a la escuela primaria Ken Caryl fue un poco difícil para él puesto que era muy callado y tímido. El cambio de una escuela a otra suele ser difícil para muchos estudiantes, así que sus padres no se preocuparon demasiado.

Durante sus primeros años escolares jugaba a T-ball, béisbol y fútbol. Estaba en los Boy Scouts con su amigo Brooks Brown, un chico del que era amigo desde primer curso. Conoció a Eric Harris cuando iba a Ken Caryl en séptimo u octavo curso y resultó que Brooks Brown vivía cerca de la casa que los padres de Eric habían comprado recientemente, e iba en el mismo bus que Eric. No mucho tiempo después, Eric presentó a Dylan a Nathan “Nate” Dykeman, que también asistía a Ken Caryl, y los chicos se hicieron buenos amigos.

En 1995 los cuatro chicos se matricularon en Columbine cuando iban a comenzar noveno curso. El instituto acababa de ser reformado con 15 millones de dólares y fueron la primera promoción en ver el nuevo aspecto de la cafetería y de la entrada de estudiantes.

En Columbine, Dylan participó en la puesta en escena de obras de teatro del instituto como coordinador de luz y sonido y también se involucró en la realización de vídeos y en la “Red de noticias rebelde” del instituto. Fue alabado por echar una mano durante la representación de Rachel Scott de “Watch the Lamb”: cuando la música se estropeó Dylan pudo proporcionar una copia de la cinta de modo que el show pudo continuar. Era un ayudante informático en el instituto y ayudaba a mantener el servidor de los ordenadores escolares. Jugaba a Fantasy Béisbol habitualmente; otros jugadores dijeron que lo oyeron hablar de los partidos que tendrían lugar la semana del 20 de abril, sin darles indicaciones de que no planeaba estar por allí después del martes.

Los vecinos de los Klebold los describieron como gente agradable: la imagen de la familia perfecta. Los padres de Dylan inicialmente mantuvieron que no sabían que su hijo estaba preocupado. Uno de los primeros informes decía que Sue estaba atónita por lo que su hijo había hecho. En él afirma que nunca vio ningún indicio de lo que iba a ocurrir. Byron, el hermano mayor de Dylan, también expresó su sorpresa por las acciones de su hermano; lo más cercano a un arma que la familia había poseído era una pistola de aire comprimido para mantener a raya a las ardillas. Los amigos de Dylan dijeron que, aunque vieron como se metían con Eric en el instituto, nunca vieron que se metieran con Dylan; era demasiado alto, demasiado larguirucho y demasiado ignorado por los que no eran sus amigos. Pero algo lo estaba molestando. Años más tarde, los padres de Dylan admitieron en entrevistas que habían pasado por alto el hecho de que su hijo era infeliz, y no vieron las pistas que estuvieron allí todo el tiempo.

Cuando el baile de graduación de los alumnos de último curso tuvo lugar el 17 de abril de 1999, Dylan fue en una limusina junto con otros 12 amigos a la fiesta. Nate Dykeman contó a los reporteros que nada parecía raro esa noche, que todo iba “perfecto”. Nate dijo que Dylan habló alegremente sobre un futuro positivo asistiendo a la universidad en Arizona y a sus amigos les pareció que eso era lo que realmente planeaba hacer con su vida. Su familia ya había pagado por una habitación dormitorio en la Universidad de Arizona, donde planeaba especializarse en informática. La familia Klebold al completo había ido hasta Arizona el 25 de marzo de 1999 para elegir la habitación de Dylan.

La pareja de Dylan para el baile de graduación fue su amiga Robyn K. Anderson, a la cual había conocido unos años antes en una fiesta de navidad. Ella asistió a la fiesta con él en calidad de amiga, no como pretendiente; a pesar de los primeros informes, Dylan y Robyn no estaban relacionados amorosamente. Robyn presumió orgullosamente ante otro amigo suyo antes del baile de graduación: “¡He convencido a mi amigo Dylan, que odia los bailes, a los atletas y que nunca ha salido con ninguna chica para que asista conmigo! ¡Soy o muy guapa o muy persuasiva!

Fue Robyn Anderson quien los ayudó a adquirir las dos escopetas y el rifle que usaron en el ataque. Ella actuó como intermediaria adquiriendo las armas para ellos ya que no tenían 18 años en ese momento y Robyn sí (18 es la edad legal para comprar un arma de fuego en Colorado). Poco antes de la compra, el propietario de la tienda armas Dragon Arms de Littleton informó que cinco adolescentes habían intentado comprar una ametralladora M60 y una pistola de asalto equipada con un silenciador a principios de marzo. Los cinco aparecen en la cinta de video de la cámara de vigilancia que se envió a la policia, pero no se sabe si alguno de los jóvenes era Dylan o Eric.

Muchos de los que conocían a Dylan lo describieron como un seguidor y dijeron que Eric tenía una fuerte influencia sobre él, especialmente después de 1998. También fue descrito como un joven que carecía de confianza en sí mismo – “tan tímido que daba pena” dijeron algunas personas – pero que no era propenso a la ira. 

Pero no todos lo recuerdan con esa conducta tímida. Su comportamiento y el de Eric en Blackjack Pizza, donde trabajaban, no encajaba en ese perfil. Cuando ambos estaban aburridos, compraban hielo seco en Baskin-Robbins y hacían pequeñas bombas para hacerlo explotar detrás de la pizzería. Dylan fue despedido una vez por llevar una bomba de tubo al trabajo pero fue contratado de nuevo por Blackjack más tarde cuando necesitaron empleados. Al menos dos veces el anterior propietario dejó a Dylan y Eric prenderle fuego a unos aerosoles, una vez en un fregadero y otra vez en un horno. Jugaban con fuego constantemente detrás de la tienda, una vez incendiaron un contenedor y las llamaradas fueron tan fuertes que tuvieron que llamar a los bomberos para que lo apagaran. 

Dylan era conocido por decir palabrotas delante de los profesores y una vez se le suspendió la asistencia al instituto (junto con Eric y otro estudiante) por piratear los ordenadores del instituto para adquirir las combinaciones de las taquillas, las cuáles usaron para dejar una nota de amenaza en la taquilla de uno de sus enemigos. Según Nate Dykeman, Dylan y Eric se habían hecho con piezas de los ordenadores del instituto sin permiso; incluso una vez el padre de Dylan le hizo que devolviera un ordenador portátil que había robado del instituto. 

Los estudiantes de la clase de bolos a la que Dylan and Eric asistieron a primera hora de la mañana del 20 de abril, contaron a los reporteros que él y Eric gritaban 'Heil Hitler!' cada vez que lanzaban bien la bola - Tom Klebold dijo que él "no sabía de dónde procedían las cosas Nazis o la violencia". El amigo de Dylan, Nate Dykeman, dijo que había visto a Eric dibujar esvásticas pero que Dylan nunca lo hizo, de modo que es difícil saber cuánto apoyaba Dylan realmente el movimiento Nazi – apoyo que parecería fuera de lugar para un judío de nacimiento casi tanto como las tendencias violentas que estaba ocultando a su familia.

Nathan Dykeman contó a la policía que había visto a Dylan hacienda una compra detrás de Blackjack Pizza, pagando entre 200 y 300 dólares a Philip Duran, un compañero de trabajo suyo. Nate pensó que Dylan estaba comprando drogas y debido a que él mismo estaba completamente en contra de las drogas, Nate lo puso en una situación difícil. Dylan le dijo entonces que había comprador una pistola (la TEC-DC9, que Mark Manes le proporcionó con la ayuda de Philip como intermediario). Con las armas adquiridas, Eric y Dylan hicieron un video en Rampart Range donde practicaban disparando con las escopetas recortadas y la TEC-DC9 con Mark y Jessica Miklich, una amiga de Mark. La cinta de video de las prácticas de tiro fue grabada por Harris y Klebold en marzo, y se la enseñaron a Nate dos semanas antes del tiroteo en Columbine. Dykeman informó a la policía sobre la cinta de video tres días después de la matanza.

Tan solo unas semanas antes de la masacre, Dylan entregó un trabajo escolar que era tan violento que la profesora informó a sus padres de ello. "Sólo es una historia," fue la explicación que dio Dylan y que sus padres creyeron fácilmente. La historia trataba de un guerrero solitario vestido con una gabardina que, de forma sangrienta y violenta, golpeaba, apuñalaba y mataba a tiros a un grupo de estudiantes de instituto, luego hacía explotar bombas para desviar la atención de la policía. El vocabulario empleado para describir a los “enemigos” era tan fuerte que la profesora, Judy Kelly, ni siquiera pudo corregir el trabajo hasta que se hubo sentado a hablar con él sobre ello. Las familias de tres de las víctimas nombraron a Kelly, junto con otros empleados del instituto, en los juicios sosteniendo que ella debería haber prestado más atención a las fantasías violentas de Dylan.

Los Klebold cooperaron completamente con la policía de Denver inmediatamente después de la masacre, pero más tarde se negaron a hacer pública la autopsia de Dylan, sin embargo fue publicada y se pueden compran copias a través del condado de Jefferson, junto con el resto de la información sobre Columbine. Además de las otras pruebas, la policía confiscó cinco cintas de video que los chicos grabaron en el sótano de la casa de Eric (donde mostraban lo bien que podían esconder las armas bajo sus gabardinas). Fue en estos videos en los que Dylan mostraba su verdadero lado oscuro. No era una oveja, no era un pobre desventurado que seguía ciegamente el ejemplo de Eric. Era un joven armado que quería hacer daño a la gente y lo demostraba con sus palabras y su lenguaje corporal.
Él y Eric insultaban a las “zorras presumidas” con las que iban al instituto, Dylan se refiere a dos por su nombre: Rachel y Jen. Un dato interesante: Rachel Scott – la primera víctima que murió – fue la pareja del baile de graduación de Nick Baumgart, amigo de la infancia de Dylan y también amigo de Eric. Aunque puede que no se refirieran a esas mismas personas en el video. 

En octubre de 1999 los Klebold anunciaron que estaban decididos a demandar al departamento de policía del condado de Jefferson. La base de su demanda era que si la policía hubiera hecho caso de la denuncia de los Brown cuando Eric amenazó a Brooks, las cosas nunca habrían llegado hasta este trágico final. Varias familias de las víctimas que murieron expresaron su apoyo a esta postura. 

Hubo controversia respecto a la muerte de Dylan; murió a causa de un solo disparo en la sien izquierda. Inicialmente, los investigadores creyeron que si Dylan fuera a dispararse a sí mismo, se habría disparado en la sien derecha, sin embargo Dylan no era diestro; era zurdo y disparaba con su mano izquierda, algo que se ve claramente en varios de los vídeos que grabaron. El juez de instrucción dictaminó que fue un suicidio en el informe de la autopsia de Dylan. El abogado de los Klebold, Frank Patterson, confirmó en nombre de la familia que efectivamente Dylan era zurdo y que respaldaban las conclusiones del forense.

Carta abierta de los padres de Dylan Klebold:

"Casi un año ha pasado desde que la tragedia cambió la comunidad de Columbine para siempre. Un día que comenzó inocentemente terminó catastróficamente. El proceso de curación ha sido lento pero hemos conseguido sobrellevarlo, no sólo con nuestra propia desesperación, sino también con las distracciones e intrusiones que han sido resultado de la atención mundial. 

No hay palabras para expresar cuánto lamentamos el dolor que ha llegado a esta comunidad como consecuencia de las acciones de nuestro hijo. El dolor de los demás acrecienta el nuestro propio mientras luchamos para vivir una vida sin nuestro querido hijo. En la realidad de la tragedia de Columbine y sus secuelas, tratamos de entender junto con el resto del mundo cómo una cosa así pudo suceder. 

Estamos convencidos de que la única forma de honrar verdaderamente a todas las víctimas de ésta y de otras tragedias relacionadas es avanzar claramente y metódicamente hasta entender por qué ocurrieron, de modo que podamos intentar prevenir que este tipo de locuras puedan suceder de nuevo. Nuestra intención es trabajar para llegar a esta meta, creyendo que las respuestas están probablemente a nuestro alcance, pero que no serán sencillas. Prevemos un tiempo en el que las circunstancias nos permitirán unirnos con los que comparten nuestro deseo de entender. Mientras tanto, otra vez expresamos nuestro profundo pésame a aquellos cuyas vidas han sido cambiadas tan trágicamente. Esperamos que algún día todo nuestro dolor sea substituido por paz y aceptación. 

Por ultimo, desearíamos dar las gracias a aquellos que han enviado sus buenos deseos, oraciones y sus palabras de apoyo a nuestra familia. Constantemente nos sorprenden y animan con los gestos de comprensión y compasión que nos tienden. El apoyo ha sido humilde e inspirador a la vez, y realmente estamos en deuda con aquellos que nos lo han ofrecido. 

La familia Klebold.
15 de abril del 2000."

martes, 25 de marzo de 2014

Odio y violencia (Participación 3)


EL ORIGEN DE LA VIOLENCIA Texto: Mariló Hidalgo
¿Por qué un adulto es capaz de torcer el brazo a un recién nacido sin apiadarse de sus llantos? ¿Por qué se puede agredir a una mujer sin ningún motivo hasta causarle la muerte? ¿Por qué un "matón" de doce años, seguido por una pandilla de la misma edad, agrede físicamente a otros compañeros de colegio y emplea burlas, amenazas y humillaciones, sin haber mediado provocación?
Biólogos, psiquiatras, sociólogos y antropólogos buscan el origen de este tipo de comportamientos violentos.
Somos más violentos ahora que en la antigüedad? ¿Nos encontramos ante un fenómeno creciente? ¿Podremos, gracias a los avances científicos, conocer la semilla de la violencia, y por lo tanto su curación?
Éstas y otras preguntas flotan en el ambiente a la luz de los brutales acontecimientos que se suceden cada día. Medir la violencia que se genera en nuestro entorno es algo casi imposible. Las cifras que encontramos se extraen sumando los asesinatos, malos tratos, violaciones, que tienen lugar cada año en un país. En España durante 1998 -según datos del Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil- tuvieron lugar 16.103 delitos contra la libertad sexual. Los malos tratos en el seno de la familia -mujeres, niños y ancianos- ascendieron a 9.708 casos. Se denunciaron 20.485 lesiones de diversa índole. Fueron víctimas de homicidios y asesinatos 2.293 personas. Recibieron tratos degradantes 757 individuos y 28 fueron objeto de tortura. En el pasado año 66 mujeres murieron a manos de su pareja y 18.830 denunciaron malos tratos infringidos por sus compañeros o maridos. Según las últimas encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) los temas que más preocupan a los ciudadanos españoles en estos momentos son la violencia doméstica y el terrorismo, precisamente las noticias que más se repiten en los medios de comunicación.


¿Somos más violentos ahora que antes?En la actualidad no sabemos si existen más o menos conflictos que antes, pero lo cierto es que son más cruentos.Antes, las mujeres, los ancianos y los niños estaban al margen de las guerras que se decidían principalmente entre soldados. Hoy, por cada militar caído en el campo de batalla, han fallecido veinte civiles. Las mujeres y los niños se han convertido en las principales víctimas. Tal es así que la violación de mujeres por parte de las Fuerzas Armadas -como ocurrió en Kosovo- es empleada como arma de guerra e instrumento de terror. En la actualidad, este tipo de violencia es considerada como "crimen contra la humanidad" por parte del Tribunal Penal Internacional que ya ha emitido sus primeras sentencias en este sentido.Por otro lado, a pesar de la famosa liberación de la mujer, muchos hombres no pueden soportar que ella salga a trabajar fuera de casa, gane un sueldo, tenga sus compañeros o amigos y piense por su cuenta. Contra eso emplea la violencia. A veces con resultado de muerte. Un total de 141.586 mujeres han sido atendidas en los 918 centros para maltratadas durante la vigencia del I Plan de Acción contra la Violencia doméstica (1998-2000), según ha hecho público la Secretaria de Asuntos Sociales, Concepción Dancausa.Dos mil millones de niños pueblan hoy nuestro planeta. Dos mil millones de niños que son víctimas también del horror y la violencia: más de un millón de menores cae cada año en las redes de la prostitución. La FAO (Organización para la Alimentación y la Cultura) confirma que más de 570.000 niños han muerto como consecuencia de las sanciones impuestas a Irak. El infanticidio de niñas continúa imparable en la India: su único delito es haber nacido mujeres. 250 millones de niños son obligados a esclavizarse en todo el mundo. Por último, en nuestro país de la cifra de pequeños que sufren malos tratos un 79% sufre abandono. Un 42% ha sido sometido a maltrato emocional y un 30% físico. El 4% ha sufrido abuso sexual. Lamentablemente muchos niños en estos momentos son carne de comercio, esclavitud, pornografía, tráfico de órganos, prostitución, adiestramiento para la guerra, escudos humanos...

¿La violencia es innata al hombre?El agresivo nace, el violento se hace" asesta José Sanmartín, catedrático de la Universidad de Valencia, director delCentro Reina Sofía para el estudio de la violencia y autor del libro "La violencia y sus claves". Este profesor, que ha realizado varios trabajos sobre el tema, asegura que "nuestra agresividad es un rasgo en el sentido biológico del término; es una nota evolutivamente adquirida, mientras que la violencia es una nota específicamente humana que suele traducirse en acciones intencionales que tienden a causar daño a otros seres humanos".Agresividad y violencia, por tanto, no son la misma cosa • La primera forma parte de nuestra esencia animal. Somos agresivos por naturaleza, por instinto de supervivencia frente a un entorno hostil, de la misma forma en que son agresivos el resto de los animales. La diferencia es que mientras ellos no llegan a causarse la muerte, el ser humano llega a disfrutar con ella. 

Entonces, ¿qué es la violencia? ¿de dónde surge? • La violencia es producto de la evolución cultural, por tanto es suficiente cambiar los aspectos culturales que la motivan para que ésta no se produzca. Explican los expertos que la violencia nace a partir de la separación del hombre de su entorno natural. En los primeros tiempos, el ser humano se regía por el mismo código de conducta que los animales. Era básicamente instintivo y por lo tanto utilizaba la agresividad para poder subsistir y procrear. Su agresividad no dañaba al grupo. Hoy, por encima de la naturaleza, el hombre ha construido un entorno artificial con sus propios valores y su propia cultura que le exige determinadas respuestas que le obligan constantemente a adaptarse a lo nuevo. Esta situación creada artificialmente la controla con dificultad y en ocasiones le genera violencia.

Durante mucho tiempo se habló de la existencia del "gen de la violencia" y ello fue objeto de estudio en los departamentos más avanzados de biotecnología del mundo. El debate de si las personas nacen violentas o desarrollan este tipo de comportamientos a lo largo de su existencia, estuvo vivo durante mucho tiempo. A ello contribuyeron diversos estudios realizados entre los asesinos más despiadados de las cárceles norteamericanas, donde se intentó demostrar con una teoría, que la mayoría de condenados tenían además del par "XY" -que define el sexo masculino-, una "Y" extra. Es decir, poseían un curioso cromosoma "XYY". Pronto se comprobó que este "trío" singular también lo poseían otras personas de fuera de las cárceles con un comportamiento social normal: la teoría tuvo que ser desechada.Hoy, el mito de la herencia genética está totalmente desmontado. No existe un gen de la violencia: "Los genes pueden influir en el comportamiento violento como influyen en todo lo que hacemos y todo lo que somos, pero en ningún momento determinan que un individuo vaya a ser violento sin ninguna solución", explica Manuela Martínez Ortiz, doctora en medicina del Departamento de Psicobiología y Psicología Social de la Universidad de Valencia.Según un estudio realizado por científicos de la Universidad de Wisconsin (EEUU) que aparece publicado en la revistaScience, "el cerebro humano está conectado con revisores y equilibradores naturales que controlan las emociones negativas, pero ciertas desconexiones en estos sistemas reguladores parecen aumentar notablemente el riesgo de un comportamiento violento impulsivo". Está comprobado que este tipo de actuaciones están relacionadas con una sustancia del cerebro denominada serotonina, sustancia que en estos individuos parece estar disminuida. Hace más de cincuenta años se empleaba la lobotomización para tratar este problema en individuos antisociales.  El proceso consistía en "introducir una especie de picahielos a través del párpado superior hasta alcanzar el hueso; entonces se golpeaba con un mazo el leucotomo hasta introducirlo en la zona orbitofrontal. Moviendo el leucotomo hacia delante y hacia atrás se cortaban las conexiones entre esta zona y estructuras subcorticales como la amígdala. Con este sistema se conseguía eliminar la ansiedad, pero acababan presentándose otros trastornos como: incapacidad de planificar a corto o medio plazo, equivocación a la hora de decidir cuestiones prácticas -contrarias en muchos casos a lo que el individuo pensaba-, indiferencia a las consecuencias de sus acciones e insensibilidad al dolor", recuerda el profesor Sanmartín.Actualmente, para contrarrestar la falta de esta sustancia se administran fármacos que aumentan la serotonina en estas personas con falta de autocontrol, aunque se han detectado también efectos secundarios. La violencia -insisten en señalar- no es una enfermedad, así que no se la puede tratar como tal. La solución vendría de la mano de la cultura, de la educación.

¿Existe un antídoto contra la violencia?Desgraciadamente las causas que generan esta violencia son muy variadas: familia, medios de comunicación, educación, entorno , nivel social. Nada puede eliminar de un plumazo el problema, aunque los expertos sí coinciden en señalar la importancia de una educación en la infancia.
"Tras el ejército en tiempos de guerra, la familia es la institución que incluye mayores dosis de violencia contra los niños en la sociedad contemporánea", asegura el doctor Ignacio Gómez de Terreros, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.
Así surge la gran paradoja: la misma estructura que la sociedad ha diseñado para crear un clima cálido, protector, que estimule al individuo, se convierte en un uno de los lugares donde se producen el mayor número de actuaciones violentas que en muy pocas ocasiones son conocidas fuera de la estructura familiar.
La privacidad e intimidad. La organización patriarcal donde la mujer es propiedad del marido y donde ambos ejercen dominio sobre los hijos. El empleo del castigo como medio corrector, que en ocasiones incluye la agresión como parte lógica de la educación de los niños e incluso de la mujer, que siempre es considerada como inferior. La ignorancia de las auténticas necesidades de los componentes de esa familia... Todo ello obliga a revisar la organización de la familia y las opciones que en estos momentos brinda a un adolescente que debe de estructurarse como persona.

Aunque los expertos no parecen ponerse de acuerdo sobre la influencia de la televisión en los comportamientos violentos, en estos últimos tiempos hemos conocido numerosos crímenes que han seguido ritualmente el patrón de películas como "Asesinos natos", "El muñeco diabólico", "Crash" o "Pulp Fiction". Se trata de separar la realidad de la fantasía lo que ocurre es que la visión de tanta violencia gratuita puede hacer pensar a los niños que es la mejor manera de solucionar un problema.
Eso piensan algunos educadores: "la violencia -explica el psiquiatra Rojas Marcos en "La semilla de la violencia"- se aprende en los primeros años de vida. Los comportamientos agresivos se fomentan a través de mensajes tangibles y simbólicos que sistemáticamente reciben los niños de los adultos, del medio social y de la cultura. La experiencia que más predispone al ser humano a recurrir a la fuerza bruta y despiadada para aliviar sus frustraciones o resolver situaciones conflictivas, es haber sido objeto o testigo de actos de agresión maligna repetidamente durante la niñez".
El enfrentamiento a profesores y las agresiones dentro del mismo colegio, son situaciones que empiezan a repetirse con demasiada frecuencia, aunque eso sí, aún no hemos llegado al nivel de violencia de EEUU. Según un informe del Defensor del Pueblo, el 4% de los alumnos de Secundaria afirma haber sufrido agresiones físicas y el 30% agresiones verbales por parte de otros compañeros.

La violencia entre iguales, que hasta ahora era ignorada por los propios profesores al considerarlas "cosas de chavales", exigen un tratamiento muy específico que obliga a los educadores a enseñar, además de conocimientos a sus alumnos, valores como la tolerancia, la democracia, el respeto, la igualdad. La realidad es que "el profesor no está preparado para cambiar de mentalidad por su cuenta y ahí son los Gobiernos quienes tienen la responsabilidad de impulsar la formación de los docentes para evitar que siga el fracaso escolar y la indisciplina", asegura Amparo Tomé, profesora de Sociología de la Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona (El País, 9-4-01).

Para contrarrestar todo esto hace falta una educación para la paz efectiva, que debe partir del núcleo familiar y educativo. El fomento del diálogo y la comunicación. Las muestras de cariño y comprensión por parte de los padres. El análisis de las fórmulas que se emplean para educar en la disciplina. El conseguir que el núcleo de convivencia no se convierta en el lugar donde los de siempre tienen los derechos -los padres, por lo general- y otros tienen los deberes -los hijos-. Y sobre todo, descubrir que en la palabra se encuentra la baza del entendimiento entre las distintas generaciones, distintas razas, distintos pensamientos, son cuestiones que sin duda ayudarán a esa Educación para la Paz.
Como decía Víctor Hugo, "no hay malas hierbas, ni hombres malos, sino malos cultivadores"

viernes, 21 de marzo de 2014

Egoismo, individualismo, altruismo, amor y solidaridad (participación 2)


La química del amor  (RC-51)

Francisco Muñoz de la Peña Castrillo, 
IES Carolina Coronado, Almendralejo


Los poetas nos han deleitado cantando al más maravilloso de los sentimientos desde todos los ángulos y con infinitos matices, pero los químicos también tenemos cosas que decir al respecto, quizás menos seductoras pero no por ello menos importantes.
¿Por qué nos enamoramos de una determinada persona y no de otra? Innumerables investigaciones psicológicas demuestran lo decisivo de los recuerdos infantiles -conscientes e inconscientes-. La llamada teoría de la correspondencia puede resumirse en la frase: "cada cual busca la pareja que cree merecer".
Parece ser que antes de que una persona se fije en otra ya ha construido un mapa mental, un molde completo de circuitos cerebrales que determinan lo que le hará enamorarse de una persona y no de otra. El sexólogo John Money considera que los niños desarrollan esos mapas entre los 5 y 8 años de edad como resultado de asociaciones con miembros de su familia, con amigos, con experiencias y hechos fortuitos. Así pues antes de que el verdadero amor llame a nuestra puerta el sujeto ya ha elaborado los rasgos esenciales de la persona ideal a quien amar. 
La química del amor es una expresión acertada. En la cascada de reacciones emocionales hay electricidad (descargas neuronales) y hay química (hormonas y otras sustancias que participan). Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole nuestra vida y ellas son las que explican buena parte de los signos del enamoramiento.
Cuando encontramos a la persona deseada se dispara la señal de alarma, nuestro organismo entra entonces en ebullición. A través del sistema nervioso el hipotálamo envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas).
Sus efectos se hacen notar al instante:
  • El corazón late más deprisa (130 pulsaciones por minuto).
  • La presión arterial sistólica (lo que conocemos como máxima) sube.
  • Se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular.
  • Se generan más glóbulos rojos a fin de mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea.

Hay dos cosas que el hombre no puede ocultar: que está borracho y que está enamorado 
Antífanes -388-311 a. C.-, comediógrafo griego
Los síntomas del enamoramiento que muchas personas hemos percibido alguna vez, si hemos sido afortunados, son el resultado de complejas reacciones químicas del organismo que nos hacen a todos sentir aproximadamente lo mismo, aunque a nuestro amor lo sintamos como único en el mundo.
Ese estado de "imbecilidad transitoria", en palabras de Ortega y Gasset, no se puede mantener bioquímicamente por mucho tiempo.
No hay duda: el amor es una enfermedad. Tiene su propio rosario de pensamientos obsesivos y su propio ámbito de acción. Si en la cirrosis es el hígado, los padecimientos y goces del amor se esconden, irónicamente, en esa ingente telaraña de nudos y filamentos que llamamos sistema nervioso autónomo. En ese sistema, todo es impulso y oleaje químico. Aquí se asientan el miedo, el orgullo, los celos, el ardor y, por supuesto, el enamoramiento. A través de nervios microscópicos, los impulsos se transmiten a todos los capilares, folículos pilosos y glándulas sudoríparas del cuerpo. El suave músculo intestinal, las glándulas lacrimales, la vejiga y los genitales, el organismo entero está sometido al bombardeo que parte de este arco vibrante de nudos y cuerdas. Las órdenes se suceden a velocidades de vértigo: ¡constricción!, ¡dilatación!, ¡secreción!, ¡erección! Todo es urgente, efervescente, impelente... Aquí no manda el intelecto ni la fuerza de voluntad. Es el reino del siento-luego-existo, de la carne, las atracciones y repulsiones primarias..., el territorio donde la razón es una intrusa. 
Hace apenas 13 años que se planteó el estudio del amor como un proceso bioquímico que se inicia en la corteza cerebral, pasa a las neuronas y de allí al sistema endocrino, dando lugar a respuestas fisiológicas intensas.
El verdadero enamoramiento parece ser que sobreviene cuando se produce en el cerebro la FENILETILAMINA, compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas.
Al inundarse el cerebro de esta sustancia, éste responde mediante la secreción de dopamina (neurotransmisor responsable de los mecanismos de refuerzo del cerebro, es decir, de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer), norepinefrina y oxiticina (además de estimular las contracciones uterinas para el parto y hacer brotar la leche, parece ser además un mensajero químico del deseo sexual), y comienza el trabajo de los neurotransmisores que dan lugar a los arrebatos sentimentales, en síntesis: se está enamorado. Estos compuestos combinados hacen que los enamorados puedan permanecer horas haciendo el amor y noches enteras conversando, sin sensación alguna de cansancio o sueño. 
El affair de la feniletilamina con el amor se inició con la teoría propuesta por los médicos Donald F. Klein y Michael Lebowitz del Instituto Psiquiátrico de Nueva York, que sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contenía grandes cantidades de feniletilamina y que sería la responsable de las sensaciones y modificaciones fisiológicas que experimentamos cuando estamos enamorados.
Sospecharon de su existencia mientras realizaban un estudio con pacientes aquejados "de mal de amor", una depresión psíquica causada por una desilusión amorosa. Les llamó la atención la compulsiva tendencia de estas personas a devorar grandes cantidades de chocolate, un alimento especialmente rico en feniletilamina por lo que dedujeron que su adicción debía ser una especie de automedicación para combatir el síndrome de abstinencia causado por la falta de esa sustancia. Según su hipótesis el, por ellos llamado, centro de placer del cerebro comienza a producir feniletilamina a gran escala y así es como perdemos la cabeza, vemos el mundo de color de rosa y nos sentimos flotando. 
El 50% de las mujeres entrevistadas para el libro Por qué necesitan las mujeres del chocolate confesó que elegiría el chocolate antes que el sexo. Hay quienes al chocolate lo llaman EL PROZAC VEGETAL.

Su actividad perdura de 2 a 3 años, incluso a veces más, pero al final la atracción bioquímica decae. La fase de atracción no dura para siempre. La pareja, entonces, se encuentra ante una dicotomía: separarse o habituarse a manifestaciones más tibias de amor -compañerismo, afecto y tolerancia-. Dos citas muy interesantes son:

El amor es como la salsa mayonesa: cuando se corta, hay que tirarlo y
empezar otro nuevo. Enrique Jardiel Poncela.

El amor es como Don Quijote: cuando recobra el juicio es para morir.
Jacinto Benavente
Con el tiempo el organismo se va haciendo resistente a los efectos de estas sustancias y toda la locura de la pasión se desvanece gradualmente, la fase de atracción no dura para siempre y comienza entonces una segunda fase que podemos denominar de pertenencia dando paso a un amor más sosegado. Se trata de un sentimiento de seguridad, comodidad y paz. Dicho estado está asociado a otra DUCHA QUÍMICA. En este caso son las endorfinas -compuestos químicos naturales de estructura similar a la de la morfina y otros opiáceos- los que confieren la sensación común de seguridad comenzando una nueva etapa, la del apego. Por ello se sufre tanto al perder al ser querido, dejamos de recibir la dosis diaria de narcóticos.
Para conservar la pareja es necesario buscar mecanismos socioculturales (grata convivencia, costumbre, intereses mutuos, etc.), hemos de luchar por que el proceso deje de ser solo químico. Si no se han establecido ligazones de intereses comunes y empatía, la pareja, tras la bajada de FEA, se sentirá cada vez menos enamorada y por ahí llegará la insatisfacción, la frustración, separación e incluso el odio.
Parece que tienen mayor poder estimulante los sentimientos y las emociones que las simples substancias por sí mismas, aquellos sí que pueden activar la alquimia y no al sentido contrario. 
Un estudio alemán ha analizado las consecuencias del beso matutino, ése que se dan los cónyuges al despedirse cuando se van a trabajar. Los hombres que besan a sus esposas por la mañana pierden menos días de trabajo por enfermedad, tienen menos accidentes de tráfico, ganan de un 20% a un 30% más y viven unos ¡cinco años más! Para Arthur Sazbo, uno de los científicos autores del estudio, la explicación es sencilla: "Los que salen de casa dando un beso empiezan el día con una actitud más positiva".
Es cierto, no podemos negarlo, es un hecho científico que existe una química interna que se relaciona con nuestras emociones y sentimientos, con nuestro comportamiento, ya que hasta el más sublime está conectado a la producción de alguna hormona.
No hay una causa y un efecto en la conducta sexual, sino eventos físicos, químicos, psíquicos, afectivos y comunicacionales que se conectan de algún modo, que interactúan y se afectan unos a otros.
Existe, sí, una alquimia sexual, pero se relaciona íntimamente con los significados que le damos a los estímulos, y éstos con el poder que les ha concedido una cultura que, a su vez, serán interpretados por cada uno que los vive de acuerdo con sus recursos personales y su historia. Esperemos que estos estudios en un futuro nos conduzcan a descubrir aplicaciones farmacológicas para aliviar las penas de amor.